Desde sus orígenes, la humanidad se ha preocupado por buscar soluciones que, por una parte, proporcionasen refugio frente a las inclemencias meteorológicas, pero también que estableciesen una ordenación del territorio que facilitase la actividad de las comunidades de personas.
En el caso concreto del Mediterráneo, con la explosión del turismo de masas en la segunda mitad del s. XX y el crecimiento de la población de las grandes ciudades, se extendió el urbanismo masificado, especialmente nocivo en las zonas de costa. Todos conocemos construcciones que pueden calificarse directamente como depredadoras del medio.
Por suerte, hoy vuelve la tendencia de aprovechar la naturaleza para optimizar sus recursos, proporcionando de nuevo refugio y confort a las personas, pero de una forma sostenible para el medio ambiente.
De eso se ocupa la arquitectura sostenible, y Barcelona, el Maresme y el Mediterráneo, en este aspecto, tienen mucho que ofrecer.
¿Qué es la arquitectura sostenible?
La arquitectura sostenible trata de diseñar edificios ecológicamente sostenibles para las personas. Y aquí se van a dar la mano la combinación de materiales, la tradición, pero también las últimas tecnologías, como la domótica.
La idea central es la utilización tanto de técnicas como de elementos que respeten el medio ambiente y reduzcan el impacto de las edificaciones en el entorno en el que estas se ubican.
Por supuesto, es también fundamental la preservación tanto de la flora como de la fauna.
Pero para llegar a tener una arquitectura sostenible es importante pensar los edificios desde el principio. Con una correcta planificación podremos optimizar el uso de recursos naturales:
- Consiguiendo una reducción de emisiones y también de desperdicios, mediante reutilización y reciclaje
- Mejorando la gestión del agua
- Controlando la temperatura mientras ahorramos energía
Antes de planificar, debemos tener en cuenta el entorno en el que nos encontramos, porque será capital en nuestra toma de decisiones. En nuestro caso, tanto Barcelona como el Maresme resultan decisivos a la hora de plantear, desde cero, nuestras viviendas sostenibles.
Las condiciones geográficas en la arquitectura sostenible
Si lo que la arquitectura sostenible persigue es optimizar los recursos naturales, lo primero que debemos tener en cuenta es:
- El clima local
- El ecosistema
- La hidrografía
En las zonas de Barcelona y el Maresme tenemos el privilegio de contar con un clima generalmente agradable y suave. Esto nos permite hacer una buena gestión en cuanto a aprovechamiento de la luz natural y también en cuanto a ventilación de los edificios. En ambos casos, un tratamiento adecuado puede suponer, además, enormes ahorros de energía y una reducción del gasto energético.
Pero no hay que olvidar, por otra parte, algunos fenómenos atmosféricos adversos que provocan graves inundaciones. Planificar el aprovisionamiento y reutilización del agua es fundamental, no solo para una correcta gestión de este recurso natural escaso, sino también para evitar la acumulación excesiva en períodos de grandes lluvias. Y todo esto puede hacerlo la arquitectura sostenible, por ejemplo, mediante el uso de una red separativa para el saneamiento.
El arraigo a la tierra, a una forma de ser, de vivir y de construir
Para la arquitectura sostenible, un edificio debe diseñarse de forma que ocupe el espacio del que se dispone de la mejor manera posible, dentro de los límites normativos y legales vigentes. Por una parte, debemos pensar viviendas confortables y suficientes para que las personas que viven en ella lo puedan hacer de una forma cómoda. Por otra, debemos procurar, mediante un uso eficiente del espacio, que el impacto de la edificación en el entorno sea el menor posible.
Pero el territorio, Barcelona, o el Maresme no solo nos proporcionan espacios constructivos con una determinada orografía a la que debemos adaptar nuestras edificaciones. La construcción sostenible también debe tomar de este entorno materiales locales de buena calidad. Esto nos va a afectar en la reducción de costes, ya que al usar materia prima de proximidad estaremos consiguiendo un ahorro de combustible en los transportes, y también reduciremos enormemente la cuotas de contaminación ambiental.
En la arquitectura sostenible también debemos tener muy en cuenta la flora y la fauna local. Por una parte, las edificaciones deben respetar los entornos naturales en los que se encuentran ubicadas reduciendo al mínimo el impacto que supone su presencia. Por otra parte, bajo la filosofía del beneficio que supone la naturaleza para el ser humano, cada vez se requieren más viviendas con zonas verdes propias y es en estas zonas verdes donde debemos fomentar la presencia de especies siempre autóctonas. Estas requieren, además, menor mantenimiento, al encontrarse en su entorno y son beneficiosas para el suelo, evitando las escorrentías. También durante el verano, nos proporcionarán sombra que nos protegerá del exceso de sol y ayudarán a regular la temperatura del ambiente.
Arquitectura y economía no pueden estar reñidas con la ecología
La arquitectura sostenible piensa siempre a largo plazo y en los beneficios que las construcciones aportarán de cara al futuro.
Pensar en verde a la hora de construir no solo es beneficioso para el medio ambiente, sino que también lo será para la economía.
Los criterios fundamentales de la arquitectura sostenible se basan en una reducción de la energía utilizada y también en la optimización de los recursos. Por eso, obtendremos una reducción en los costes de construcción y de logística.
Las personas que habitan en una casa sana disfrutarán de una forma de vida más saludable, lo que mejorará su estado de ánimo y su salud en general. Vivir en zonas como el Maresme o La Teixonera, en Barcelona, tan cerca del monte de Collserola, o de la colina del Coll, nos permite disfrutar de un modo de vida slow y de mayor calidad. La gestión ecológica, de reutilización y reciclaje de los materiales favorece la economía circular y el desperdicio cero. Además, la mayor calidad de estos materiales puede suponer una mayor durabilidad y también una mejor revalorización del precio de la vivienda.